sábado, 25 de noviembre de 2017

Tribulación


Qué puede hacer Jaime, si ve caer el agua y piensa en Matilde, la de la falda perfumada a tierra abierta. Qué puede hacer sino dormir. Meterse en el tubo de la noche y repetirse la geografía exasperante de su cuerpo. Buscar esa leperada que es la ausencia. Desear que se desea y perderse en ese hábito eterno del que ama. Qué puede hacer Jaime, pensar en la resurrección de la carne, la suya, la que ahora esta tendida en el sueño. En la noche: ahí donde se vierte todo lo que no alcanza en el día. Qué puede hacer Jaime, que se toma muy en serio el papel de la ausencia. No juega. Se traga esas ideas del siempre y del nuca. Qué puede hacer, si está en ese remolino, sacudido, ya en pedazos, recorrido por las hormigas, las mismas que dieron la buena nueva del maíz. El sueño no es el sueño, es sólo el tiempos en su cabeza. Qué puede hacer, si ya no le sabe ir a orinar a la luz luna.
Yo sólo le digo, lávate las manos, Jaime, cuando regreses del subterráneo. No te vayas a llagar.