domingo, 27 de agosto de 2017

Pisadas en la piedra


Desde cuándo la altura no deja ver tus contornos. Sí, esos abismos que tiemblan secos cuando la cifra de los ecos corre entre las paredes. La distancia es la nieve tendida entre el silencio que llevamos dentro. La sangre caliente respira en la cima y los labios quieren ese veneno de vida que apague ese lento trabajo de esculpir la cueva. No hay cólera en las riberas contenidas y esas sílabas de rencores se mutilan en los heptasílabos, en esos estrechos corredores que flotan en ese azul ensartado entre nosotros.
Guardo el secreto, lo cuido, lo atesoro para cuando un nocturno viento nos despierte hasta que los nombres sean ese fino polvo que nos anime y nos queme sin decirnos siquiera que ardemos lentamente. Sin miedo entre los ojos que vienen de otra noche de la misma piedra.